La sombra



La protesta de Ana empezó por la mañana. No iba a la escuela pero tenía otra cita. En la Alameda de Sevilla para pintar unas telas en el suelo. Después, por la tarde, ha quedado con sus padres y otros compañeros para ir juntos andando por el centro hasta la Plaza Nueva.  De camino, las preguntas y las respuestas: “¿Y qué es eso?”. “¿Tú, cuándo protestas? Cuando algo no te gusta. Pues están haciendo cambios en los colegios que no nos gustan. Y por eso vamos a protestar”.  Pero la protesta, la expresión del desacuerdo, puede ser una fiesta. Encontrarse con compañeros de clase en un entorno distinto, pasear por las calles, sentirse un poco protagonista. Tambores, música. 
 
Ana ya está en el corazón de la ciudad, como dicen los folletos.  Ana ve muchas camisetas verdes. Globos, tijeras de cartón, pancartas ingeniosas. Una peineta: “Estoy hasta el moño”.  Estaba entre gente conocida y desconocida. La manifestación no avanza. Parece que se están esperando unos a otros.  Al fin arranca, y los niños y niñas portan orgullosos sus telas de colores.  Y casi sin salir de la Plaza, llega la sombra. 

De negro, agresivos, gritando, con una pancarta engañosa, pero con banderas que les definen.  Alrededor de Ana la gente duda. “Pero si dicen no sé qué de la educación pública…”. “Estos no me dan buena espina”, dicen otros. La plaza y el arranque de la avenida contienen el aire. De repente, hay más gente caminando hacia atrás que hacia delante. Y Ana en medio.  Todo pasa muy deprisa. Una carrera. A  Ana la arrastran hacia un lado. La están quitando de en medio. Ve de lejos a la policía. 


… Y la plaza vuelve a respirar. Todos han soltado el aire. Han bajado los hombros. Ana, que no sabía por qué había contenido el aliento, se vuelve a relajar. Han sido minutos. Hay otra vez luz, voceros, protesta pero alegría. Ana sigue caminando, vuelve a su pancarta pequeña. Salta, camina, y empieza a cansarse. Está agotada antes de llegar al final  y sus padres se apiadan de ella y la llevan a casa. Ana está reventada. Mañana hay cole. Pero, ahí, en una esquina, Ana se ha quedado con la sombra. Y no le gusta.  

A mí tampoco.

1 comentario:

  1. los vellos de punta.. ay Ana! lo que tuviste que ver..

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