No hacemos bonito


Ya me parecía a mí que mi despreocupación por el aspecto no me iba a traer nada bueno. No hago suficiente bonito en la butaca. Seguro que a  Josef Akermann, el presidente del Deutsche bank, no le valgo. A él, como ha manifestado, le encantaría que hubiera más mujeres en el banco y en puestos de dirección porque "lo haría más bonito" y darían "más colorido" a la sala. También podría poner un cuadro expresionista y se ahorraría un sueldo; o una lámina y así el ahorro sería total.

Lo mejor es que dice que son “frases sacadas de contexto” y que es un bromista, porque él es "un gentleman a la antigua usanza" (qué atributos dará al apelativo...). Como Berlusconi, no me diga más. Me resulta familiar la filosofía del florero al formar gobierno. Y ademá Berlusconi también es todo un humorista declarado ("mejor que me gusten las mujeres guapas que los gays"). Un no parar de reír. Me matan con su gracejo.

Y mirado con detenimiento, no está mal pensado. Vamos, que yo pondría en más de un consejo de administración al muchacho aquel del anuncio de coca cola light, porque para bonitos, él.  Y no pasa nada, señor Akermann, porque en concreto en Andalucía, las menos bonitas nos quedamos en casa mejor. O eso quieren el 13% de los encuestados y encuestadas en el último trabajo del IESA sobre conciliación familiar. Y otro 9% que, si no hay más remedio, nos reduzcamos la jornada. No son muchos, pero suficientes. Y lo más maligno: que en dicha encuesta no han contemplado siquiera la posibilidad de que ella sea la que trabaje fuera de casa y él el que tenga la jornada reducida o se quede en el hogar (niñas, no contestéis encuestas donde no estén todas las respuestas posibles; es perverso).

Y las que no, siempre pueden optar a ser hermano/a mayor de una cofradía en Sevilla, que ya se puede por decreto arzobispal. Aunque no deje de ser curioso que en la Iglesia hablen de igualdad pero no predique con el ejemplo, porque sacerdote, oíd niñas, no podéis ser. No es que tenga yo mayor interés, pero ya sabéis esa manía de “poder hacer” que me entra de vez en cuando. Que no sea porque no puedo si no porque no quiero. Y además, hacemos más bonito con mantilla que de romano de la Macarena (o eso dicen algunos en los perfiles cofrades de FB). Dónde va a parar.

Mira que estoy pensando en más de un cargo y más de dos que deberían revisar el vestuario si el criterio que va a primar es el “bonitismo”, Claro que, en el caso de los hombres no es así. Ellos brillan por su inteligencia y saber hacer. Qué cosa más tonta.

Siempre me ha gustado pensar que la mayoría de los hombres prefieren, puestos a elegir, estar con una mujer de más contenido que continente. Pero lo mismo es un pensamiento demasiado femenino. Y lo que de verdad quieren es algo bonito que dé color a su salón. Para eso, vale un jarrón.