14N

Tengo la manía de trasladar lo grande a lo doméstico. Porque al final todo o casi todo tiene traslación a lo pequeño. Y quizás por eso voy a hacer huelga mañana.

Por lo visto, es una huelga política. Menos mal. Menos mal que la política sale a la calle, en la voz de los ciudadanos, de las organizaciones, de los profesionales. De todos. Menos mal. Porque para mí la política es la participación; son las grandes medidas que afectan a lo pequeño: a los libros del colegio y a los profesores de mis hijas, al resfriado o la artritis, a los horarios y al comedor, al pleito y a la casa, a tener o no tener trabajo. Porque antes o después puedo necesitar de la justicia, y me gustaría no tener que pedirla en función de mi salario del momento. Porque puede que tenga una enfermedad grave y me gustaría poder ser atendida siempre. Porque no quiero ser yo la que tenga que rendir cuentas injustas al banco a cuenta de leyes antiguas que ya no funcionan. Porque quiero que me traten con respeto para despedirme.

Y no creo que sea una irresponsable por ello. Sino todo lo contrario.  Mi responsabilidad es sumar. Sumarme a todos los descontentos. A los que creemos que se puede hacer de otra manera. Que falta imaginación, diálogo y acuerdo. Y cada uno se suma como quiere y como puede; porque yo hago la huelga porque quiero, y porque puedo. No llego justa a fin de mes, no me presionan en el trabajo para que no haga huelga. Soy una absoluta privilegiada.

"Es que somos todos los responsables de lo que está pasando". Asumido. Mi parte proporcional. Responsable por no haber alzado la voz antes. Por confiar. Y como no quiero sentirme más responsable de "lo que está pasando", salgo a la calle.

"Con una huelga como esta, el país pierde, sobre todo dinero". Claro. Todos los que no van a trabajar pierden su sueldo de ese día, que no es poco en los tiempos que corren. Como si no fueran pérdida los casi 6 millones de parados (entre ellos muchos periodistas), las 500 familias deshauciadas cada día, como si no fuera pérdida el dinero inyectado a una banca que no acabo de ver humana; sólo numérica (¿dónde estarán las personas que mandan en los bancos? ¿les llevamos a dar una vuelta sin coche a ver si se acercan a la realidad?) . Y si no voy a la huelga, yo me pierdo el respeto un poco.

"Afecta a la imagen de España". Será que no afectan la imagen de los suicidios por deshaucio. Que no afectan los palos en las manifestaciones. Que no afecta a la imagen de España que algunos responsables políticos no estén nunca donde deben estar. La manida marca España se ve afectada también si parecemos un pueblo sordo y ciego y mudo. Si pensamos que las cosas no están bien y no sabemos expresarlo. Y esa Europa mentada que nos va a mirar con malos ojos, no es la Europa en la que yo creo (ilusa) . Con todos mis respetos, yo también soy Europa. He aprendido a ser europea y así me siento. Y así como me encuentro yo suficientemente continental, me encuentro también con el derecho de protesta por una Europa que camina hacia donde no me gusta. Porque todavía me creo la democracia y todavía me creo Europa.

"No soluciona nada". ¿Solucionar? Es que yo no salgo a solucionar. Yo salgo a dar mi opinión. Las soluciones ya las hace cada uno en lo pequeño, con sus amigos, con sus vecinos. Echando una mano, que se suele decir. Y esperando que el sentido común impere entre aquellos que toman soluciones a lo grande con san deficit como patrón. No soluciona pero sí sirve. Porque hay muchas maneras de expresar el descontento, y esta es una. Sé que el presidente del Gobierno agradecerá el gesto a los que no han salido de sus casas (sin saber si quiera si sus razones son las que él imagina). Pero será una pena que no escuche a los que salimos. Porque para eso está un presidente. Para atender a todas las voces, a todas las opiniones. Porque puede que el Gobierno, pese a su mayoría absoluta, no lo haga todo bien, que no acierte siempre. Podría pasar.


Yo no voy a la huelga porque me lo diga nadie. Voy por mí y porque mañana es el cumpleaños de mis hijas. Y ellas crecen y yo sumo preocupación, como todos los padres del planeta. Pero ellas se merecen un mundo mejor, un país mejor, un futuro mejor que el de las cartas que están enseñando en el tapete. Se merecen vivir tan bien o mejor que yo. Así que sí, mañana hago huelga.