No nos han engañado


Va a ser verdad que se rearman. Que no hay mejor defensa que un buen ataque. Avanzamos. Los hombres y las mujeres por la igualdad avanzamos. Por eso los Sostres de la vida responden con preocupación. Por eso los Sostres de la vida se permiten el lujo de justificar no sólo la bofetada sino el asesinato. Hay que entenderle, pobre. Es que le iban a dejar por otro. Y aquí no hablamos sólo de violencia de género, de muertos (17 en lo que va de 2011), que también. Hablamos de un contexto que nos recuerda que todavía no, no somos iguales. Aunque lo somos. 

Los Sostres de la vida son los que quieren hacernos creer que a las mujeres nos han engañado. Que donde mejor viviríamos es encerradas en casa y, a lo sumo, estudiando algunas cosillas que nos sirvan de adorno intelectual para dar conversación a nuestras parejas. Ellos son los engañados, porque creen que, si decidimos salir de casa, tenemos que hacerlo todo, porque creen que lo queremos todo y no nos lo merecemos sólo por ser mujeres, que tenemos un reino en la cocina y en la familia y ese es un reino excluyente, porque la naturaleza nos ha dado dones que parece que sólo son buenos en casa. 

Los Sortres de la vida son los que construyen una sociedad en la que la violencia de género, en vez de extinguirse, se duplica en la escuela. En la que los jóvenes justifican la agresión en determinados casos, porque eso es lo romántico, lo bonito, y porque un hombre siempre es un hombre (como decían en Amanece que no es poco) y se han ocupado de rellenar ese hueco del honor masculino con sandeces tipo orgullo herido, macho protector, princesa desvalida, “solteronas” y “hombres que nunca pueden perder”. Son esos a los que la coeducación les parece un adoctrinamiento pero no ven doctrina alguna en dividir los roles en nombre de la “tradición", no vaya a ser que su mundo de privilegios se mueva un milímetro.

A mí lo que más me duele es que, entre los Sortres de la vida hay hombres y mujeres . Por suerte, al otro lado del río también hay hombres y mujeres trabajando. No una panda de histéricas, deprimida, o resentidas, no os dejéis confundir. Estamos avanzando pero también estamos aprendiendo que la cosa es tarea de todos. Y que hay cambios donde también tenemos que ceder. Y ellos reivindicar. 

No. Yo no me siento engañada. No prefiero pedir permiso para ir al banco, no prefiero no tener independencia económica, no prefiero no votar y que otros decidan por mí. No prefiero no poder entrar a los bares si me da la gana, no prefiero sólo tener un camino único que seguir. No, no me ha engañado nadie. En días de agotamiento, puede que la que me engañe un poco sea yo. Y si acaso, el engaño radica en olvidar que no estamos solas aunque a veces lo parezca. Gracias a los Sostres de la vida podemos ver que no.

Un deseo para vosotras, mis niñas: que no os asusten los Sostres de la vida. Ni un paso atrás.