Un montón de conversaciones sobre si las mujeres tenemos o no "neuronas especiales para planchar y lavar", sobre si podemos o no podemos, si debemos o no debemos, si hacemos o dejamos de hacer, sobre lo que fueron y lo que seremos, sobre lo que los hombres pueden o deben hacer. Este es un blog para vosotras, mis niñas, porque vuestra madre le da muchas vueltas a estas cosas. Muchas vueltas. Y para todos los que alguna vez piensen en estos temas
El Miedo
Me pregunto si este Gobierno no tiene miedo. Miedo a equivocarse. Miedo a no dar respuesta a sus ciudadanos; a no gobernar para todos. Miedo a no acertar. Miedo a destrozar un país con sus decisiones. Ese miedo que genera respeto pero no paraliza, que le vuelve a uno constructivo aunque tenga que tomar opciones difíciles. Ese miedo que hace consultar, preguntar, consensuar y que no es incompatible con la valentía. Ese miedo que te hace mirar alrededor y mirar que en Grecia la tijera no ha funcionado. En Portugal tampoco. Llámenlo miedo, llámenlo prudencia. Este Gobierno no tiene miedo a equivocarse y eso a mí me preocupa. Mucho.
La crisis parece haberles quitado el miedo. El miedo a no ser modernos. Ese freno democrático que les impedía tocar determinados asuntos relacionados con el estado del bienestar y determinados derechos.
Porque me dirán qué tienen que ver con la crisis las decisiones de reforma que propone el señor Wert.
¿Que estudien los niños y las niñas por separado va a mejorar la situación del país?
¿Qué haya menos personal docente va a mejorar la prima de riesgo?
¿Que se limiten las becas va a reducir nuestro déficit? ¿O va a generar un déficit de oportunidades?
¿La reforma del aborto que tienen sobre la mesa va a generar más empleo y solucionar la burbuja inmobiliaria? ¿O limitar los derechos de las mujeres?
¿Convertir el Comité de Bioética en un comité censor mejorará la situación de las cajas?
¿Eliminar la asignación para parados de larga duración suavizará las cifras de desempleo?
¿Eliminar los contenidos de Educación para la Ciudadanía va a darnos mejor imagen ante los mercados?¿Mantener el recurso contra el matrimonio gay nos va a traer más crédito mundial?
¿Cargar contra los manifestantes mejorará la imagen de España en el exterior?
¿Recomendar el silencio y la no protesta, limitar el derecho de manifestación, favorecerá el debate constructivo?
¿Dejar de pagar a los diputados va a suponer tal ahorro como para que compense poner en riesgo el servicio público de la política?
No tienen miedo. Y me gustaría saber cuál es la profesión de los ministros y diputados. Cuántos tienen profesiones liberales o modestas. Cuántos llevan a su familia a la sanidad pública o cuentan con un seguro de sanidad privado. Cuántos llevan a sus hijos a colegios públicos. Y cuántos no contarían con presupuesto para financiar un aborto de un familiar en el extranjero en caso de necesitarlo. Si no te afecta, no tienes miedo. Si no has usado nunca los servicios públicos, resultará algo más difícil defenderlos. Por eso me gustaría saberlo. Porque no saben que el miedo es un amigo incómodo y persistente. Y se puede aprovechar una situación de crisis para hacer cambios grandes e imprevistos; pero, como dicen por ahí, en el Titanic también se hundieron los que iban en primera clase.
Nos están vendiendo Estocolmo. Como el barbero de Gianni Rodari que se dejó vender Estocolmo en un puesto callejero por un charlatán convincente. Y satisfecho (y sin Estocolmo, por supuesto) exhibía su cartel de propiedad en su barbería. Nos han vendido (hasta la saciedad) que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Nos han vendido un banco (Bankia) del que no podemos ni participar, y quieren que exhibamos con orgullo nuestro certificado de propiedad en el salón. Con orgullo, vamos. Porque hay que estar satisfecho por una compra que no nos beneficia. Nos están vendiendo que, en caso de crisis, vale todo. Que la crisis todo lo justifica. Hasta el desmantelamiento del estado de derecho.
Ellos no tienen miedo. Pero quieren que todos lo tengamos. Miedo a lo que nos espera, al futuro y si me apuras a la vida. Un miedo agradecido porque "uff, por lo menos tengo trabajo". Miedo a la policía y a sus actuaciones , miedo a manifestarse o bien el miedo "a las masas enfurecidas" que, al parecer, se apoderan de las calles. La cuestión es meternos ese incómodo amigo en el cuerpo. Pero que no sea de ese miedo prudente. Sino de ese otro que paraliza, que te deja en casa, callado y sin opinar. No vaya uno a significarse. Porque las opiniones, eso dicen, no ayudan a la crisis. Mejor ser de la "mayoría silenciosa". No me apunto. Ya me dice mi madre que siempre hablo de más.
Etiquetas:
democracia,
discriminación,
educación,
igualdad,
justicia,
miedo,
sanidad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario