Sobre los gestos con fondo o cómo la incoherencia preside mi lengua


Queridos, queridas. La incoherencia preside mi lengua. Me declaro amante de las lenguas en general y de la española en particular. Cornucopia, botijo, merendero o hipopótamo valen lo suficiente para caer rendido ante ella. Del mismo modo, me declaro más que sensible a los temas relacionados con el reconocimiento de las mujeres y la igualdad. Dicho esto, confieso, y últimamente esto parece un confesionario, que la incoherencia preside esta entrada.  La incoherencia preside mi lengua.
Por un lado sé y defiendo que los gestos son importantes, que las palabras crean realidades, que el lenguaje es poderoso, que tiene la virtud de incluir o excluir, de crear realidad. De hecho, casi cada día añado la palabra padres a frases hechas sobre (siempre) madres. Por otro, me revelo contra un los y las jóvenes, se me enreda la lengua y no suelo pensar en ello cuando toca redactar textos periodísticos. Quizás es la costumbre lo que me lleva. Quizás soy una de esas víctimas de la herencia de siglos que me resisto a la inclusión femenina en mi conversación sin saberlo. Estoy intentado descubrirlo. Por eso me alegro de que se haya abierto el debate con la RAE incluida en el fregado. Porque manifiesto que esta duda me corroe, porque el objetivo al final es comunicarse y a veces algunas palabras esencialmente femeninas en un contexto concreto van cargadas de machismo sin necesidad de unos y unas. 

Y me planteo la diferencia entre lo importante y lo necesario. Seguimos pidiendo guarderías "para ayudar a las madres", sólo a las madres (acoto: es una frase real en un contexto real dicho por una persona real que obligaba a usar "las jóvenes y los jóvenes" en los textos), pero luego queremos que los textos incluyan ciudadanos y ciudadanas. En Finlandia "él" y "ella"  se dicen con la misma palabra pero yo tengo una amiga finlandesa a la que echaron del trabajo por estar embarazada. Vamos, que todo tiene que cambiar. Muchas cosas. Y el lenguaje no es definitivo pero sí importante. 

Y me pregunto cuántas personas andamos perdidas en lo políticamente correcto y nos olvidamos del fondo de todos los gestos y del significado de todas las palabras. Porque los gestos sin fondo al final sólo se quedan en un embrollo, y nos enfangan y nos despistan. Y así me siento yo: esencialmente despistada.

Por eso me alegra el debate, como a muchas y muchos otros. Porque creo que puede ayudar a recuperar un fondo a veces perdido, un sentido en cada una de las peticiones por un lenguaje no sexista; puede ayudar a priorizar entre lo urgente, lo necesario y lo importante. Y todas esas voces (muchas) estarán hablando de igualdad, de construir sociedad; y muchos "fundamentalistas" del lenguaje "clásico", que también hay muchos, tendrán que pararsea pensar. Yo también. Así que estoy siguiendo el debate. Detenidamente. Me interesa. Y prometo sacar conclusiones. 

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